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Home Office, una estrategia por la pandemia o un estilo de vida…

México y sus empresarios no están preparados ni económica, ni ideológicamente para operar en modalidad Home Office o Teletrabajo, a pesar que desde junio del 2019 quedo regulado por la Ley federal del trabajo [1].

El Home office es una alternativa que promueve oportunidades de trabajo más inclusivas, que apunta a llegar grupos de profesionales más grandes y diversos.

Es principalmente la búsqueda de la armonía entre la vida laboral y familiar, mediante equilibrar responsabilidades profesionales y de cuidados. Esto beneficiaría a trabajadores acortando distancias, minimizando gastos tanto al colaborador como a la empresa y por ello también invitara a aumentar la productividad.

Por tanto, esta ley busca garantizar el derecho al trabajo de todas y todos, y presenta al teletrabajo como una opción viable que no solo produce beneficios a la sociedad, sino a las organizaciones y al medio ambiente.

Sin embargo, parte de los contras que tendrían que enfrentarse ante el Home Office son problemas psicosociales por el aislamiento en algunos casos, y las consecuencias que pudiera acarrear las líneas difusas entre las obligaciones familiares y las profesionales, la vida privada y el desarrollo profesional. Que no permitieran tener los logros esperados por los empleadores y en ocasiones también por los trabajadores.

El Home Office en parte no se ha podido implementar conforme a ley porque aún existen ambientes de trabajo tóxicos donde importa más el control humano, que los resultados del esfuerzo que cada individuo aporta. Pocas son las empresas que han buscado implementar esta ley, en su mayoría trasnacionales.

Desafortunadamente las empresas más pequeñas (casi siempre las familiares) tienen dificultades para adaptarse a los cambios; buscando aferrarse a la “vieja escuela” y a aquel familiar que tiene “toda la experiencia” del mundo laboral y “sabe lo que hace”. Impidiendo que nuevas tecnologías y tendencias a la evolución logren significados de trascendencia de su organización.

De acuerdo con lo anterior, puede que el coronavirus (COVID-19) se convierta en un parte aguas que generará este importante cambio en las empresas. Hoy tenemos que adoptar esta modalidad bajo la tesitura de adaptarse o morir, experimentando y aprendiendo a prueba y error, pues en México solo 2 de cada 10 empresas estaban listas para el Home Office.

Y a pesar de que la STPS y OCC Mundial aseguran que el 70 por ciento de las actividades laborales pueden ejercer bajo la modalidad del Home Office[2], ¿Qué pasa con los profesionistas y los empleadores?

Como toda relación, la del trabajador-empleador requiere de convivir en la confianza de que cada quien cumplirá con la parte que les corresponde, conforme a los acuerdos que se hayan previamente establecido.

Ahora bien, contando con que los límites, obligaciones y beneficios del perfil de puesto de cada colaborador sean claros y del conocimiento de ambas partes, será más fácil coordinar tiempos de entrega, lograr metas establecidas y una adecuada comunicación alineada a los procesos y políticas de cada empresa. Es decir, de tener un equipo maduro[3] el Home office será más fácil de adoptar como una práctica cotidiana que pudiera sostenerse incluso después de la pandemia.

Tristemente, la realidad es muy diferente. En ocasiones se cuenta con colaboradores que necesitan ser guiados y hasta presionados para lograr las metas establecidas, pero también están aquellos que pueden ser dejados a su criterio, y suman a la organización. Manejar el mismo estilo de liderazgo con ambas formas de trabajo, sería un fracaso de manera presencial y a distancia…así que el malogro del Home Office no tendría nada que ver con la modalidad en sí.

Lo cual sería una clara invitación a revisar nuestra salud organizacional.

Por lo tanto, vivimos un momento histórico. Un momento en el que organizacionalmente podríamos darnos la oportunidad tanto como trabajadores y como empleadores de demostrar que somos responsables y podemos dar los resultados esperados. Desafortunadamente, así como existen empleadores poco éticos, que restan beneficios, o piden evidencias de cumplimiento de horario poco realista y en ocasiones hasta bizarro, también hay trabajadores mañosos que abusan de las bondades de trabajar en casa, procrastinando actividades o priorizando otras que son para su entretenimiento o diversión, por falta de supervisión.

La situación actual ha obligado a algunas empresas a comprar equipos de cómputo portátiles, softwares y otras herramientas para permitir que sus colaboradores puedan generar ingresos y respetar la sana distancia. Pero no pagan horarios completos, y si fallan sus nuevas tecnologías tampoco pagan las jornadas perdidas, otras han buscado reducir salarios sin previo aviso a sus empleados, e incluso han hecho despidos masivos[4] (que aun cuando comprendo que no se pueden pagar sueldos, cuando no se está ingresando lo suficiente) crean en su población incertidumbre y la larga, deslealtad y poco compromiso.

Y sin embargo, muchas empresas siguen operando mayoritariamente desde casa (sin estrategia, sin lineamientos y en ocasiones como ya se mencionó, ni siquiera cuentan con los equipos mínimos necesarios) y según la percepción de los entrevistados, se trabaja más desde casa[5], se gasta más si no cuentas con internet, el coste de la luz y en algunas ocasiones la necesidad de pedir alimentos a domicilio (pues o trabajan o cocinan, gran parte de los encuestados consumían alimentos preparados por terceros)[6] Son costos extra, que deben costear de un sueldo en ocasiones ya recortado.

Otras observaciones de acuerdo con los entrevistados:

· Los empleadores buscan que estén siempre disponibles aun cuando ya no sea horario laboral.

· 95% de las mujeres y 69% de los hombres reportan mayor dificultad para enfocarse en su trabajo, teniendo que colaborar con las tareas de los menores y actividades domésticas de rutina.

· En el caso de trabajadores entre los 18 y 35 años de edad, mencionan que sus familiares no comprenden que siguen en labores profesionales y les interrumpen constantemente, mermando la calidad de su trabajo.

El balance de vida que propone la Ley, en la realidad mexicana aún no existe. Quizá tiene que ver con que la mayoría de las empresas están iniciando con esta modalidad, sin un ensayo previo, algunas quizá ni habían contemplado echar a andar la Ley del Teletrabajo. Era algo que veíamos imposible, lejano y hasta absurdo, incluso como trabajadores. Conozco colaboradores que teniendo dos días de home Office preferían asistir a oficina…

En mi experiencia personal, las pocas veces que necesite hacer Home Office por motivos de salud propios o de mi hija, y después del cierre de guarderías por el temblor del 2017; la presión que ejercían mis entonces empleadores, salían de los límites reales de lo que mi trabajo ameritaba. Mermando así el interés nato que tenía por no abandonar mis labores. Es como sí el patrón mexicano viviera pensando que el trabajador es un esclavo que tiene que ser arreado y sin motivación propia a crecer por el puro gusto de hacerlo.

Forbes en el 2016, proponía que el home office aumentaría el 28% de la productividad, pero ello no quiere decir que las horas que se invierten en el trafico deban ser utilizadas para beneficio de la empresa. Es un tiempo que debe ser aprovechado por el colaborador en lo que mejor le parezca (y que no interfiera con su jornada laboral) beneficiando así al medio ambiente, mediante combatir la contaminación y la saturación de avenidas principales.

Este beneficio ambiental, que también contempla la Ley permitiría reducir el impacto negativo en el medio ambiente, mejorando significativamente la movilidad, el clima y la salud de los capitalinos.

Por tanto, si revisamos nuestra cultura organizacional, encontraremos seguramente muchos puntos huecos y muchas fortalezas para hacer del Home Office una herramienta que nos ayude a edificar y no a auto destruirnos en la necesidad absurda de querer controlar todo. Para encontrar al fin, la motivación tanto en empleadores y trabajadores que les lleve a ser exitosos por gusto y no por obligación.

Psic. Suhealy Sierra.

[1] Capítulo XII Bi Teletrabajo, Articulo 311 [2] Milenio, 2020 [3] Entiéndase maduro, como un equipo de trabajo que funciona sin supervisión del líder. [4] Datos obtenidos por medio de entrevistas a trabajadores de distintas jerarquías y giros empresariales durante abril y mayo 2020 300 trabajadores de la CDMX entrevistados entre los 18 y 52 años de edad [5] Idem [6] Familiares o negocios de comida

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